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La diabetes mellitus es uno de los grandes problemas mundiales de salud y es considerada una enfermedad social, no sólo por su elevada frecuencia, sino también por su gran coste económico. En los últimos años ha crecido enormemente el interés acerca de los aspectos psicosociales y de la calidad de vida en las enfermedades crónicas, en particular la diabetes, (Chamorro et al., 2002).

La diabetes mellitus es un trastorno metabólico grave que impide al cuerpo la descomposición y uso normal de alimentos, especialmente de azúcares (carbohidratos). Puede afectar el corazón, los vasos sanguíneos, los riñones y el sistema neurológico y puede provocar la pérdida progresiva de la visión con el paso del tiempo. Existen varios tipos de diabetes, pero las más comunes son las llamadas diabetes tipo 1​ y tipo 2.  Ambas formas pueden ocurrir a cualquier edad, pero un niño tiene más probabilidad de recibir un diagnóstico de diabetes tipo 1.

Diabetes tipo 1

Es causada por una producción inadecuada del páncreas de la hormona insulina. Cuando esto sucede, el cuerpo no puede metabolizar el azúcar de forma adecuada lo que conlleva a que se almacene en la corriente sanguínea; estos azúcares (llamados también glucosa) no pueden ser usados por el cuerpo y se expulsan por la orina y con esta se lleva agua (Diabetes infantil, s. f.).

Mientras que la diabetes tipo 1 puede iniciarse a cualquier edad, se presentan periodos máximos cerca de los 5 a 6 años y nuevamente de los 11 a los 13 años de edad. La primera señal es por lo general un aumento en la frecuencia de la micción (orinar), incluyendo reincidencia de la enuresis nocturna (mojar la cama) en niños que ya saben cómo ir al baño por sí solos. También se presentan otros síntomas como, por ejemplo, tener mucha sed y sentirse muy cansado, bajar de peso y un aumento de apetito, (Diabetes infantil, s. f.)

La diabetes tipo 2

 Se le conocía antes como “de comienzo en la edad adulta” ya que los niños casi nunca la adquirían. Sin embargo, con el aumento de las tasas de obesidad, un número creciente de niños están siendo diagnosticados con esta forma de la enfermedad, algunos tan jóvenes como de 10 año de edad. Además de los problemas de peso, otros factores de riesgo de la diabetes tipo 2 incluyendo, tener un familiar con la enfermedad, haber nacido de una madre con diabetes durante el embarazo (diabetes gestacional), u otros problemas médicos que afectan la forma como el cuerpo responde a la insulina. Los síntomas son parecidos a los de la diabetes tipo 1 y pueden manifestarse de forma gradual.  Áreas de la piel oscuras, especialmente cerca del cuello o las axilas son comunes también (Diabetes infantil, s. f.).

La diabetes, a diferencia de otras enfermedades crónicas, requiere un extraordinario esfuerzo para el autocontrol, lo que puede producir un estrés psicosocial y psicológico añadido que afectaría de manera desfavorable al enfermo con esta condición. Por ello, la diabetes es una enfermedad que requiere grandes ajustes en el estilo de vida y una amplia educación del paciente. El médico que trata al niño y al adolescente diabético tiene un papel fundamental como asesor y debe estar atento a los problemas emocionales habituales de su enfermo. Los problemas emocionales pueden ser tan importantes que indiquen la necesidad de asistencia psicológica, en particular si estos son responsables de incumplimiento terapéutico o de un mal control metabólico, (Chamorro et al., 2002).

Referencias 

Chamorro, M. J. M., Martínez, I. L., & Tomás, C. L. (2002). Perfil psicosocial de niños y adolescentes con diabetes mellitus. 42, 6.

Diabetes infantil. (s. f.). HealthyChildren.org. Recuperado 18 de marzo de 2021, de https://www.healthychildren.org/Spanish/health-issues/conditions/chronic/Paginas/Diabetes.aspx

 

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